domingo, 7 de octubre de 2012

Restaurantes

   Algunos de los restaurantes enblematicos de la capital

190 años de ‘La puerta falsa ’

La tienda en la que Manuelita Sáenz, la amante del Libertador, compraba sus golosinas hace 178 años, aun tiene sus puertas abiertas en el centro de Bogotá.

Es un local estrecho, de paredes gruesas en adobe y tapia pisada y vigas rústicas a la vista, con taburetes y asientos escolares, tres mesas y dos barras largas, delgadas y angostas.
Los muebles son en madera y las barras han sido dispuestas de tal forma que cuando están llenas, los clientes toman chocolate o aguadepanela casi hombro con hombro. Es una forma de aprovechar el escaso espacio disponible en el primer piso y en el mezanine, al que se sube por los once peldaños de una escalerita de hierro en forma de ele.


Un nombre prestado No siempre se llamó La puerta falsa. Nació sin nombre y, según la historia familiar, fueron los mismos parroquianos quienes llamaron así al negocio luego de que la Catedral Primada selló la puerta lateral ubicada justo enfrente del local.

“Nos vemos en la puerta falsa”, decían los bogotanos de otra época y así se quedó. Millones de personalidades, como el ex presidente Carlos Lleras Restrepo, y de seres anónimos, como las oleadas de estudiantes de La Salle o San Bartolomé, se han sentado en su incómoda barra a saborear tamales, peto, aguadepanela o han comprado golosinas en los casi 55 mil días en que ha tenido abiertas sus puertas.











Se podría decir que si Andrés Jaramillo es el corazón del restaurante, el latido de este es la creatividad. Al engranaje clásico de comedor, cocina y parqueadero, "Andrés Carne de Res" le ha incluido un taller en el que se crean y producen todas las piezas del sitio; "creatividad, ese es el argumento más importante del restaurante, vivo todo el día preocupado en ese sentido. Lamento mucho cuando la faceta como administrador me deja poco tiempo para pensar, para ir a otros sitios y conocer otras cosas, sólo así se despierta la creatividad." afirma Jaramillo.




                                                              Un  impresionante Quijote de dos metros compuesto de lata y alambres es el encargado de dar la bienvenida a un mundo creado en el año 1.982 por Andrés Jaramillo junto a otros socios amigos, como él los llama. ¿Qué es lo que hace de Andrés Carne de Res un sitio tan especial? Sin duda alguna los detalles presentes en cada rincón junto a las historias, cuentos, mitos y anécdotas que recorren las conversaciones cuando se trae a colación el nombre del restaurante.



La primera experiencia de Jaramillo como administrador de un negocio de comidas ocurrió en el año 1.974 en una cafetería ubicada en la avenida Chile frente al edificio donde hoy día está ubicada la Escuela de Administración de Negocios (EAN). En ese entonces funcionaba un colegio de niñas donde se les enseñaba labores domésticas a las alumnas, incluso una de las hermanas de Jaramillo, Patricia, cursó por las aulas de esta institución "algunos papás metían a sus hijas en esta escuela que era de formación para el hogar, les enseñaban a ser mamás y a los diecisiete años se casaban, mi hermana fue uno de estos personajes. Yo tenía una cafetería con una señora con la que me agarraba todo el día, en el fondo me metí porque había niñas muy hermosas, entonces quería verlas."
El mega proyecto
Cuando Jaramillo llegó los veinticinco años se encaminaría en uno de los proyectos más grandes de su vida no sólo con incidencia para él sino para todas las personas que alguna vez han pasado a través de las puertas de "Andrés Carne de Res". Difícilmente Jaramillo se puede catalogar en algún estereotipo, para tratar de entenderlo es necesario desmenuzar el establecimiento "creo que me parezco al restaurante hasta físicamente, yo soy un tipo ordenado, que me baño todos los días que me hecho shampoo, pero aparentemente podría ser caótico. Ahí está la gracia; más que serlo en mi personalidad hay toques obsesivos y compulsivos."







Los problemas, normales en todo gran negocio, muchas veces han alimentado las "rabietas" de Jaramillo hasta el punto de hacerlo considerar la idea de cerrar las puertas de "Andrés Carne de Res" definitivamente, lo que, en sus propias palabras habría no sólo creado opinión sino también influido en su creatividad "he tenido instantes de mucha piedra hasta decir yo cierro esta vaina. Lamento que no hubiese sucedido; creo que hubiera sido un acto de tipo artístico muy interesante que quizás hubiera fortalecido mi creatividad."
Jaramillo nunca se ha declarado como cocinero ni como chef, en su momento se batió tras la parrilla pero hoy día sólo se atreve a experimentar en la cocina de su casa junto a su familia, donde los platos extravagantes están a la orden del día "he intentado hacerle cosas a los niños en la casa y nos morimos de la risa de lo mal que quedan; pero inclusive si una comida queda mal pero está hecha con todo ese placer significa que alimenta igual." Tal vez una de las cosas que más disfruta en el restaurante es la oportunidad de atender personalmente as us clientes "me gozo la mamadera de gallo atendiendo a la gente, hago reír siendo mi comportamiento un poco antisocial; no tengo problema de atender a alguien como una persona humilde, sencilla y desconocida."



FUENTES :http://www.revistalabarra.com.co/larevista/edicion-15/
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-2080904
www.andrescarnederes.com/



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